Pues señor, resulta que Espergencia quince años cumplió
y hasta hoy que va a cumplir los treinta se le festejó.
Pero en fin, hicieron el gran baile allá en casa NoemÃ,
porque ahÃ, como es la sala grande, pos dijo que sÃ.
¡Sea por Dios, que vengan chambelanes y damas de honor!
Sofanor se trajo los galanes de allá de Escandón
y Leonor que trae quince muchachas. ¡Dios mÃo, qué pasó!
¡Nadie quiso ensayar vals, puro arrÃmese p'acá, de cachete y vamos áhi!
El dÃa del baile llegó, la vecindad se llenó;
damas de pura tafeta y ellos de etiqueta, huarache y mechón.
¡Ay, Espergencia, por Dios, pareces un querubÃn!
¡Huy, que rodillas tan prietas, échate saliva, no salgas asÃ!
El papá, Melquiades Escamilla, la danza inició,
se vació regando la polilla por todo el salón;
y después Cateto y Espergencia siguieron el vals
y ahà te van las damas de la mano de su chambelan.
La mamá lloraba emocionada diciendo a Piedad:
- No dirán que no fue presentada con la sociedad,
lo mejor del barrio de Bondojo citamos aquÃ;
su vestido de organdà me ha costado un potosÃ⦠aunque yo se lo cosÃ.
¡Túpale, maistro Nabor! ¡Ãchele sal y sabor!
¡Ay, que figuras tan lindas! ¡Miren a ese bruto, ya se equivocó!
Cuando acabaron el vals fue la Noemà a protestar:
- No es que los corra, muchachos, ya váyanse enfriando, me voy a acostar.