Yo tuve un barco de vapor
de azul color,
con chimeneas amarillas,
que nunca, nunca naufragaba,
todas las olas las surcaba
y yo con el, tirando millas.
Sali un buen dia a atravesar
el ancho mar,
mi rumbo fue Nueva Zelanda,
tierra natal del maori
que es nuestro antipoda y alli
ver si al reves es como anda,
y vi
a un maori
pero estaba tumbado
y no
se levanto
al sentirse observado.
No se
ni ya sabre
si andaba enrevesado,
asi
que me fui muy,
muy desilusionado.
Pense que por el Ecuador
y alrededor
la gente iria de costado,
en posicion horizontal,
modo de andar original
y digno de ser contemplado.
Llegue despues de anochecer
y, al parecer,
estaban todos en sus camas,
es que no hay nadie en vuestras calles?
grite. Y gritaron: que te calles!
No se anduvieron por las ramas.
En fin,
que me fui sin
haberlo averiguado
al ar
tico polar
a comerme un helado.
Igual
el esquimal,
que es un hombre educado,
que se
que va de pie,
no me daba de lado.
Zarpe de nuevo en mi vapor
con el motor
a toda marcha rumbo al norte,
despreocupado ya de andares,
tan solo por surcar los mares,
por el helado y por deporte.
Y vi de pronto a un esquimal
sensacional,
era un acrobata muy fino,
era el mejor de los atletas,
dio veinte o treinta volteretas
y luego dijo, haciendo el pino:
eh, tu,
vente a mi iglu,
no te quedes pasmado,
que si
no eres de aqui
tendras un resfriado.
Por fin
tanto trajin
me dio buen resultado,
asi
que respondi:
muy bien,
yo te invito a un helado.