de que aguantara triste y casi sin aliento,
hace ya tanto que no estamos abrazadas
y en el silencio me dijiste...¡lo siento!.
Pero ha bastado un ruido para despertarme,
para llorar y para hacer que regresara
a aquellos dÃas que de niña me cuidabas
donde en verano cielo y playa se juntaban.
Mientras con mi muñeca vieja te escuchaba
los cuentos que tú cada noche me contabas
y cuando más pequeña tú me acurrucabas
y adormecida en tu regazo yo soñaba.
Pero a los dieciséis sentà como cambiaba,
y como soy realmente ahora me veÃa,
y me sentà tan sola y tan desesperada
porque yo no era ya la hija que querÃa.
Y fue el final asà de nuestra confianza
de las pequeñas charlas que ayudaban tanto,
yo me escondà tras una gélida impaciencia,
y tú deseaste el hijo que se te ha negado.
Y me pasaba el dÃa sin volver a casa,
no soportaba tus sermones para nada,
y comencé a volverme yo también celosa,
porque eras casi inalcanzable, tan hermosa.
Y abandoné mi sueño a falta de equipaje,
mi corazón al mar tiré en una vasija,
perdà hasta la memoria por falta de coraje,
porque me avergonzaba tanto ser tu hija.
No, no, no, no, no.
Mas no llamaste tú a mi puerta,
inútilmente tuve un sueño que no
puede realizarse,
mi pensamiento está tan lleno del presente
que mi orgullo no me deja perdonarme.
Mas si llamases a mi puerta en otro sueño,
no lograrÃa pronunciar una palabra,
me mirarÃas con tu gesto tan severo
y yo me sentirÃa cada vez mas sola.
Por eso estoy en esta carta tan confusa,
para contar algo de paz en lo que pienso,
no para reclamarte ni pedirte excusas,
es solo para decirte, mama...¡lo siento!.
Y no es verdad que yo me sienta
avergonzada,
son nuestra almas tan igual, tan parecidas
esperaré pacientemente aquà sentada,
te quiero tanto mama...escrÃbeme...tu hija.